La falta de sueño conlleva un aumento de las hormonas que incitan al apetito y a la ingesta de alimentos ricos en grasa y azúcares
La falta de sueño conlleva un aumento de todas las hormonas que incitan al apetito y provoca la ingesta precisamente de alimentos ricos en grasa y azúcares, lo que repercute en un incremento del peso corporal. Sin embargo, una sola hora de diferencia en la duración del sueño por sí sola es capaz de poner en marcha mecanismos que ayudan a mantener el peso, según han explicado expertos con motivo del Día de la Persona Obesa, que se celebra este miércoles.
Dormir al menos 8 horas diarias es una más de las actitudes que deben adoptarse para intentar conseguir y mantener un peso adecuado, explican expertos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN)y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) .
Al parecer, esto es consecuencia de dos hormonas -leptima y la ghrelina- relacionadas con el apetito y que se modifican con las horas de sueño. “La leptina, que inhibe la sensación de hambre, y la ghrelina, que estimula el apetito”, explica el presidente de la SEEN, el doctor Javier Salvador. Así, a menor tiempo de sueño, las concentraciones de leptina disminuyen y aumentan las de ghrelina, o lo que es igual, cuanto menos dormimos más queremos comer.
“En la última década se ha puesto en evidencia la existencia de una estrecha correlación entre dormir pocas horas y un mayor riesgo de ser obeso. Es por ello que para prevenir el desarrollo de obesidad en nuestra sociedad, así como para intentar que las personas obesas pierdan peso, junto a los obligados cambios del estilo de vida (alimentación y ejercicio), es necesario dormir al menos 7 u 8 horas diarias”, añade.
En concreto, el coordinador del Grupo de Trabajo de Obesidad de la SEEN, el doctor Albert Lecube, desaconseja dormir menos de 7 horas, y afirma que se ha comprobado que aumentar las horas de sueño de 6 o menos hasta 7 u 8 horas, durante un periodo de 6 años, se acompaña de un menor aumento del índice de masa corporal y de una menor acumulación de grasa corporal.
Asimismo, destacan la estrecha relación entre las horas de sueño y la presencia de obesidad en niños. Se ha constatado que los niños obesos duermen menos que aquellos niños que tienen normopeso, explica el presidente de la SEEDO, profesor Felipe Casanueva.
“En España, los niños duermen una media de menos de ocho horas al día, algo insuficiente y que, además, provoca otros hábitos perjudiciales con repercusión negativa en el incremento del peso corporal, como es no desayunar”, advierte Casanueva, quien hace hincapié del gran problema que supone la obesidad infantil, “dado que un alto porcentaje de niños obesos mantiene este trastorno cuando son adultos”.
Actualmente, añade Lecube, “se considera que en los niños, dormir 5 o menos horas casi duplica el riesgo de ser un adulto obeso”. De hecho existen estudios que apuntan que niños que más duermen durante sus primeros 11 años de vida tienen un menor riesgo de ser obesos en la edad adulta, independientemente del sexo, las horas que pasan viendo la televisión, la situación socioeconómica de los padres, o la actividad física que realicen.
SUEÑO DE BUENA CALIDAD
En relación a los adultos, lo expertos señalan que ocurre lo mismo. En gente mayor se ha observado que tanto el índice de masa corporal como el perímetro de cintura es significativamente mayor entre aquellos que duermen menos de 5 horas. En concreto, dormir menos se asocia con un aumento del perímetro de la cintura de 6,7 centímetros para los hombres y de 5,4 centímetros para las mujeres.
Junto a las horas de sueño, Casanueva añade que también es fundamental tener una buena calidad del sueño y, advierte de que “en España se sufre una de las mayores contaminaciones lumínicas y de ruido del mundo, lo que también incide en el aumento del peso”.
Por otra parte, recuerda que la relación entre sueño y obesidad es bidireccional, de forma que “la obesidad es el principal factor de riesgo para desarrollar alteraciones respiratorias y apneas durante el sueño y producir una mayor somnolencia diurna”. “En los niños, además esto supone un aumento del riesgo de hipertensión y cardiovascular”.
Asimismo, dormir poco se asocia también con un riesgo dos veces mayor de desarrollar una diabetes, así como con una mayor prevalencia de hipertensión arterial. Sin embargo, el principal factor de riesgo se asocia con la hipersomnia diurna y el mayor riesgo de accidentes.
En la actualidad, recuelan desde la SEEN y SEEDO, el 23 por ciento de la población española de más de 18 años tiene obesidad, enfermedad que está presente en el 35 por ciento de los mayores de 65 años. Junto a la disminución de la calidad de vida que comporta, aumenta también el riesgo de presentar otras enfermedades graves como la diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión arterial, el síndrome de apneas-hipoapneas del sueño, y diversos tipos de neoplasias, como cáncer de colon.
“Se trata de un problema de salud pública de primer orden, que se asocia a una gran comorbilidad y coste sociosanitario. Favorece la aparición de muchas enfermedades, siendo éstas más frecuentes que en las personas con peso normal”, afirma el presidente de la SEEN.
FUENTE: http://www.europapress.es/salud/noticia-cuanto-menos-duerme-mas-quiere-comer-20111214143026.html
Extras. Está científicamente probado que el mal descanso es origen de distintas enfermedades y trastornos. Preocupados por esto, un consorcio de instituciones, empresas y profesionales de la Comunitat Valenciana ha creado ‘Ionized’, un desarrollo pionero en la liberación de iones negativos que se aplicará al ámbito del descanso. Los iones se liberan por fricción con los movimientos naturales que hacemos al dormir, gracias a un tejido inteligente que envuelve el colchón. La investigación se ha llevado a cabo en colaboración con la Universidad Politécnica de Valencia.
El cuerpo humano puede soportar la sed y el hambre más que la falta de sueño, que condiciona al individuo el resto de su vida, según ha informado el doctor Jesús Escribá, experto en trastornos del sueño del Hospital Casa de la Salud.
Al respecto, ha explicado que dormir bien y lo suficiente es “vital” para el bienestar, mientras que “si dormimos poco o mal, nos arriesgamos a tener problemas que van más allá del simple cansancio y que pueden afectar a aspectos tan importantes como el rendimiento escolar y laboral”.
De hecho, ha advertido de que “dormir poco y mal, sobretodo en edades tempranas, condiciona la salud del individuo durante el resto de su vida”, ha afirmado. Así, ha evidenciado que “el trabajo, los estudios, las obligaciones familiares, en definitiva, nuestro ritmo de vida provocan que, en muchas ocasiones, el sueño se resienta”, por lo que “solemos robar a la almohada horas para hacer otras cosas y como consecuencia, aparecen síntomas de somnolencia diurna, disminución de la atención y de la memoria, e incluso, depresión”.
El doctor Escribá afirma que, “el sueño es una necesidad básica del hombre, tanto como respirar, comer alimentos saludables o hacer ejercicio y, por tanto, es fundamental para vivir más y mejor” y se ha referido a los diversos estudios que han puesto de manifiesto que esa reducción de las horas de sueño altera el sistema hormonal e inmunitario, así como el metabolismo, favoreciendo el desarrollo de infecciones, diabetes, obesidad o problemas cardiovasculares.
Así, “con mayor prevención, reconocimiento y tratamiento de los trastornos de sueño será posible disminuir sus efectos negativos en la sociedad”. Para ello, es fundamental acudir a un especialista en trastornos del sueño tan pronto como sea posible porque, hoy en día, disponemos de medios diagnósticos excelentes y tratamientos muy eficaces para poderlos solucionar”. No hay que olvidar que “el cuerpo humano puede soportar el hambre y la sed más que la falta de sueño”, puntualiza el doctor Escribá.
Problemas como el insomnio, la apnea del sueño, abuso de pastillas para dormir, son más frecuentes en la sociedad de lo que se puede pensar en un principio. “Los trastornos del sueño son, en conjunto, la patología médica más prevalente en la sociedad actual”, ha apostillado.
Todos conocemos los síntomas. Te pesan los párpados y tu visión se vuelve borrosa. Tu cabeza se siente tan pesada que no la puedes sostener y tu barbilla se cae hacia tu pecho. No puedes dejar de bostezar. El diagnóstico es claro para la mayoría de nosotros: tienes sueño.
Yo sé cómo se siente, cómo se ve y tú también lo sabes. ¿Entonces por qué en muchos estudios se muestra que la mayoría de nosotros hemos conducido con somnolencia y muchos de nosotros lo hacemos de forma regular?
No somos una cultura que toma en serio al sueño. Pensamos que cuando nuestras vidas se vuelven tan ocupadas que no nos alcanza un día de 24 horas, podemos recurrir a tiempo extra eliminando nuestras horas de sueño.
En muchas encuestas realizadas en las últimas cuatro o cinco décadas se muestra una constante disminución en el número de horas que la gente ocupa para dormir. Puedes considerar el aumento en los trabajos por turnos, el incremento de los trastornos del sueño como la apnea obstructiva del sueño, pero cientos de miles de somnolientos conducen un vehículo todos los días.
Este domingo es el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico. Degún la Organización Mundial de la Salud, cada año mueren 1.3 millones de personas y 50 millones sufren daños, en ocasiones discapacitantes, debido a accidentes en vialidades.
En una encuesta reciente realizada por la Fundación AAA para la Seguridad Vial, un tercio de los encuestados admitió que condujo con sueño en los últimos 30 días. En una encuesta de la Fundación Nacional de Sueño de Estados Unidos (NSF, por sus siglas en inglés) de 2005, el 60% de aproximadamente 1,000 conductores, admitió que había conducido con sueño durante el año anterior, y el 37% confesó que se había quedado dormido detrás del volante.
Educar a la gente sobre los peligros de conducir somnoliento es un paso clave para la prevención, ya que la frecuencia con que se hace es difícil de cuantificar. Primero, porque no existe una prueba estándar para determinar la fatiga del conductor, como la que existe con los conductores ebrios. En segundo lugar: los accidentes que se relacionan con la fatiga ocurren generalmente cuando alguien conduce solo. Finalmente: una característic espeluznante de los accidentes que se relacionan con la somnolencia es que comúnmente son mortales.
Los investigadores descubrieron que un accidente que se debe a la fatiga a menudo no deja marcas de neumáticos ni señales de que el conductor trató de corregir el rumbo del vehículo, como se ven en los accidentes por manejar en estado de ebriedad.
En numerosos estudios se demostró que la somnolencia puede afectar la habilidad para conducir tanto como estar borracho. De hecho, estar despierto durante 20 horas seguidas hace que el desempeño del conductor promedio sea tan malo como el de alguien con un nivel de alcohol en la sangre del 0.08%, actualmente el límite legal.
La somnolencia en combinación con el estado de ebriedad es particularmente mortal. No es ninguna sorpresa que los más propensos a conducir con sueño son los jóvenes, entre los 18 y los 29 años, especialmente los hombres, y es el mismo grupo de edad que participa en el mayor número de accidentes de tráfico. Otros grupos de personas que informan que conducen con sueño son los trabajadores por turnos, los choferes profesionales y los adultos con hijos en el hogar.
Consejos para evitar conducir con sueño:
1. Dormir suficiente
Reconoce que el sueño es un componente esencial de la salud y duerme las siete u ocho horas cada noche que la mayoría de la gente necesita.
2. Trata tus trastornos de sueño
Recibe un tratamiento para los trastornos del sueño como el insomnio, la apnea obstructiva del sueño, el síndrome de piernas inquietas y la narcolepsia.
3. Prevén tus horarios
Evita conducir entre las de las 02:00 y las 06:00 horas, cuando la necesidad de dormir es más fuerte. También debes estar consciente de la caída de la tarde. Los accidentes que se deben a la fatiga a menudo se producen entre las 14:00 y las 16:00, durante la caída circadiana del estado de alerta. (Alrededor de la hora de la comida.)
4. El café es tu aliado en emergencias
Aunque la cafeína no es un sustituto para una buena noche de sueño, puede ayudar a manenerte alerta. Así que a menos que sufras de insomnio o tengas una condición médica que aumenta debido a la cafeína, entonces, por todos los medios busca una buena taza de café cuando tengas que manejar y sepas que no estás en tu momento de mayor alerta.
5. Detén el vehículo.
Si tienes síntomas de somnolencia, no pienses que puedes controlar el impulso. Muchos lo intentan con consecuencias fatales para ellos y para sus compañeros de viaje. Busca un lugar seguro e intenta tomar una siesta de entre 10 y 20 minutos. En los estudios se demostró que como resultado de una siesta corta hay un mayor estado de alerta y un mejor rendimiento.
6. Limita el kilometraje
Evita conducir grandes distancia solo, especialmente durante la noche.
7. Toma descansos
La Fundación Nacional estadounidense del Sueño recomienda que tomes un descanso, te bajes del coche a estirar las piernas o sólo te orilles a descansar, cada dos horas si conduces distancias largas.
8. Alerta a los jóvenes
Habla con los jóvenes, y especialmente con tus hijos adolescentes que empiezan a conducir, sobre los peligros de conducir con somnolencia.
El 96% de los encuestados por la Fundación AAA sienten que es “inaceptable” que la gente conduzca mientras le cuesta trabajo mantener los ojos abiertos. Sin embargo, sólo en un estado en Estados Unidos, es ilegal conducir mientras sabes que estás fatigado. Maggie’s Law (La ley de Maggie) se promulgó en Nueva Jersey después de la muerte en 1997 de Maggie McDonnell, una estudiante universitaria que murió cuando un conductor, que admitió que estuvo despierto durante 30 horas seguidas, se estrelló en su automóvil.
Conducir somnoliento es mortal y es hora de que lo tomemos en serio.
FUENTE: CNN MEXICO
EUROPA PRESS Especialistas en trastornos del sueño advirtieron ayer sobre los excesos de falta de sueño y el consumo de estimulantes en época de exámenes entre los estudiantes. Así, expertos del Hospital Casa de Salud de Valencia coinciden en que el uso de fármacos estimulantes de la vigilia se ha generalizado mucho en los últimos años entre el colectivo de estudiantes “como ayuda para estudiar más y mejor”, pese a asegurar que “esta creencia es falsa”.
Así, el médico neurofisiólogo del Hospital Casa de Salud y responsable de la Consulta de Trastornos del Sueño, el doctor Escribá, recomienda que antes de tomarlos se consulte con un especialista porque “no siempre están indicados”. Además, asegura que existen “muchas otras formas de adaptar los horarios de sueño a las épocas de exámenes sin el riesgo de sufrir problemas de salud y de disminuir el rendimiento de estudio”.
En el caso de estudiantes noveles o que afrontan la época de exámenes de secundaria o de la universidad por primera vez “saber cómo influye el sueño en los procesos de aprendizaje y memoria es muy importante para sacarle provecho a las horas de estudio”, manifiesta este experto.
Fármacos como las anfetaminas y derivados son los más usados por “sus espectaculares efectos reduciendo la fatiga y la necesidad de dormir”. Pero, en realidad, según apuntó Escribá, “estas sustancias sólo ayudan a disponer de más horas de estudio a costa de las de sueño y, sin embargo, aumentan los errores de comprensión y esquematización, con lo que disminuyen el rendimiento”.